Nacer en la era de internet, desarrollar un negocio aprovechándose de las bondades de estar hiperconectado. La empresa tradicional no muere, se reinventa. Lo que podría ser vetusto tiene su lugar en la actualidad. Solo es cuestión de encontrar la fórmula adecuada. El pasado año se crearon 87.066 nuevas sociedades, pero se destruyeron 22.568.La forma de abrirse hueco para ahorrarse costes parte de la base del «ecommerce». Las nuevas sociedades nacen ya pensando en internet. Son las empresas nativas digitales.
Mientras la memoria aguante, algunos lectores recordarán a sus mayores pasando horas y horas tejiendo, ovillo de lana a cuestas. Era otra época. Desde hace dos años comenzaba un proyecto, We Are Knitters, que buscaba demostrar que las agujas ya no son cosa de abuelas. La idea apareció en la cabeza de Pepita y su socio Albertodurante un viaje a Nueva York en el que repararon la gran cantidad de comercios que vendían kits con todo lo necesario para tejer, un pasatiempo que parece volver a ponerse de moda y al que sus creadores han bautizado como «el yoga del siglo XXI».
«Actrices como Cameron Diaz, Julia Roberts o Sarah Jessica Parker son ‘knitters’ declaradas y en los últimos años ha sido un poco la fiebre del tejer y el resurgimiento del ‘háztelo tú mismo’ en general», explica para este diario María José Marín, fundadora de We Are Knitters, una web donde comprar un kit para tejer prendas y que sus creadores denominan a esta rudimentaria práctica ancestral.
Suele ser habitual asociar el hecho de tejer con otras generaciones, pero internet ha conseguido animar a los jóvenes. Las nuevas tecnologías, han sido en gran parte, propulsoras de este movimiento. «Antes, te enseñaba tu abuela a tejer, ahora que no siempre vivimos cerca de la familia, te enseña a tejer internet o sus millones de tutoriales colgados desde los rincones más remotos del mundo. Tejer es algo que te gusta compartir, tanto el proceso como el resultado, estás tan orgulloso de algo que has hecho con tus manos que lo quieres compartir y para eso las redes sociales son lo más: Instagram, Facebook, Twitter.Es una nueva era de tejedores 2.0», añade.
La compañía descarta disponer de un espacio físico permanente donde alojar sus productos. «A nivel empresarial, sería un suicidio. Creemos en el 'online', si el 'e-commerce' nunca habríamos llegado a donde estamos, vendiendo en Europa, en toda España. La escalabilidad y rentabilidad que da internet, no lo dan ninguno otro canal», afirma.
La moda de hoy es seguir los pasos del mensaje del «do it yourself» («hágao usted mismo», en español). Cada vez más los consumidores optan por la exclusividad de parir sus propias creaciones y no seguir los dictados actuales de las firmas de costura, pensando incluso en el ahorro. «Estamos viviendo la vuelta del háztelo tú mismo. Ya no hacemos casi nada con nuestras manos, casi ni cocinamos y dedicar unas horas de tiempo libre a hacer algo con nuestras manos es muy satisfactorio, además de relajante. Yo recomiendo a todo el mundo la experiencia, no solo tejer, hacer algo que luego vayas a utilizar tú mismo: desde un mueble, una bufanda, un huerto,…», expresa.
We are knitters, que acaba de conseguir una inyección de capital de 150.000 euros en una ronda de financiación, ha colocado sus productos a más de 4.000 clientes procedentes de casi 20 países (España, Alemania, Reino Unido, Suiza, Italia), multiplicando por cinco los ingresos respecto al año anterior. «Tenemos una tasa de repetición del 25%, lo que significa que a la gente le gusta el producto», asegura.
Con el reto de dar rienda suelta a la creatividad de muchas féminas,Surania ha demostrado la fase empresarial en la nos encontramos. El proyecto, que ha sido creado por los nietos del fundador de Punto Blanco (comercio tradicional), nació hace un año pensando ya en internet. La compañía ofrece a sus clientas la posibilidad de diseñar su propio traje de baño y recibirlo en menos de quince días. Cada encargo se cose individualmente y en función de las medidas proporcionadas por cada usuaria. Para ello se permite combinar, actualmente, más de 6.000 prendas distintas de 115 colores.
La tercera generación de la familia de empresarios ya no se plantea la posibilidad de crear un negocio tradicional. Se zambullen directamente en el negocio digital. La «startup», que utiliza la misma fábrica de producción que Punto Blanco, ha puesto el foco tanto en el mercado nacional como internacional (venden en Australia, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia). El reto es «romper el tallaje de las franquicias», manifiesta Marc Vidal, fundador del proyecto. «Cuando pensábamos en la idea buscábamos dos cosas: la: personalización y dar respuesta a muchas mujeres que no encuentran su tallaje en el comercio tradicional».
En ningún caso se planteaban pasar por el aro de un negocio a la antigua usanza. O era internet o internet. «Es donde hay un potencial increíble porque las limitaciones físicas que tiene el comercio tradicional y, en el futuro, la tendencia será más importante», añade. En un año de vida, ha conseguido más de 10.000 clientas y la compañía, que en verano lanzará la división de lencería customizable para «romper la estacionalidad del producto», ha llegado a facturar 400.000 euros. «Cuando desarrollamos la plataforma pensábamos que en un mes tendríamos unos 60 pedidos pero resultó que en tres días esos pedidos ya lo hicimos. El resultado ha superado las expectativas», manifiesta.
Fuente: ABC Tecnologia
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